de oreja a oreja

. jueves por la noche en un sorpresivamente repleto club del vino. con cuarentaylargos minutos de delay -un retraso esperable y hasta breve, para quienes conocemos los bueyes con los que ara pandolfo- palo sale al escenario, solito y solo con su guitarra para comenzar, en su faceta trovadora, el segundo de una serie de shows programados para todos los jueves de este mes. qué lindas que son las nenas -arranca con una canción de ese puñado de canciones ausentes en sus discos, esas que sólo canta de tanto en tanto, y nosotros nos deleitamos- nenas de vestido blanco -la sala está, insisto, repleta: hay gente de pie- que lindas que son las nenas sus ojos pardos.

. palo pandolfo, el multifacético, se guarda su máscara de trovador en el bolsillo después de tres temas que dejan con ganas de más y se calza el disfraz de malevo. suben al escenario rodrigo guerra -de la pequeña orquesta de reincidentes-, gustavo semmartín y santiago fernández -ambos de me darás mil hijos, banda en la que toca federico ghazzarossian, ex bajista de don cornelio y los visitantes, oh la patria roquera e incestuosa- para conformar el cuarteto garpamal. entre unos cuantos tangos y milongas malditas se destacó un viejo tema de los visitantes, el deseo de evita, y una pieza ya habitual en el repertorio del cuarteto, la balada de los tres ahorcados, de juan gelman y el tata cedrón -que bien que escribía gelman, que bien que escribía.

Fuimos locos fuimos impuros
nos manchamos el corazón.
Fuimos canallas de ojos duros
una canción
una canción.

Tuvimos sed tuvimos hambre
agujeros en el pulmón.
Nos ahorcamos con un alambre
una canción
una canción.

Le hicimos hijos a la suerte
sin sacarnos el pantalón.
Ni buenas noches a la muerte
una canción
una canción.

Bien plantados sobre las patas
un miércoles a lo varón.
Nos acostamos con las ratas
una canción
una canción.

Buscabámos una canción.

. que lindas que son las nenas que van a ver a palo pandolfo. pocas pero lindas, pocas pero sonrientes, pocas pero si no no tendría gracia. digresión: el público esquizofrénico de palo pandolfo. la última vez que lo ví, a fines del año pasado, en el auditorio de la itf, la concurrencia era, casi exclusivamente, púber. las entradas tenían el mismo valor que ayer, cuando el promedio de edad superaba, holgadamente, la treintena. sin embargo, ¡ay!, que lindas que son las nenas.

. y palo pandolfo, el que promete que el jueves próximo hara un show para sensibles y el otro, más rocanrol, despide a los garpamal y recibe a su banda, en versión circense: cajón peruano reemplaza a la batería -siempre thimothy cid- y el contrabajista hernán gravelloni en reemplazo -¿temporal? ¿permanente?- del histórico bajista mariano barnes. firme en su posición la columna vertebral de esta banda: tito losavio. no faltaron los hits ni los temas/versiones de su último disco. pero tampoco faltaron algunas joyas viejas -ya había sorprendido en un comienzo con cenizas y diamantes, del primer disco de don cornelio. cuando sube al escenario miguel zabaleta, ex sueter, el show es ya definitivamente un circo. zabaleta, al piano y coros, confundido en su primer canción -una versión de she, de charles aznavour- y más desatado luego, tocando antojo y el público canta y baila por primera vez en la noche y ese antojo de descontrol que se ve en las mesas y las sillas anticipa lo que será el cierre, con 10 personas en el escenario, vamos con bip bap umdera y con estaré y se van y la gente pide bis y hay bis y cuando te querés dar cuenta estás en la esquina tomando una cerveza y tenés una sonrisa de oreja a oreja.