Mierda Descalzo

el blog más feo de todos

12.8.06

conocerás el mundo, dicen

BAGDAD (AFP) "Sin mujer, cerveza ni fiestas", así es la vida en Irak, se lamenta un ex militar peruano ahora convertido en mercenario, resumiendo el sentir de sus más de mil colegas, entre compatriotas y chilenos, que prestan sus servicios en la Zona Verde de Bagdad, el sector ultraprotegido de la capital iraquí. Los mercenarios sudamericanos son el "tercer nivel", tras los soldados iraquíes y los militares georgianos de la coalición internacional, que se ocupan de salvaguardar las instituciones iraquíes y las embajadas estadounidense y británica de los continuos y mortíferos atentados que sufre el resto de Bagdad.
Empleados por la Triple Canopy, van vestidos con los uniforme de esta empresa privada estadounidense de seguridad en los que no falta una insignia con el lema de la compañía: "evaluar, prevenir, conseguir". Tiene prohibido hacer declaraciones, al igual que sus colegas estadounidenses, por orden expresa de la dirección norteamericana, por lo que se escudan bajo el anonimato para hablar con la AFP. Los peruanos, en concreto, reemplazaron hace casi un año a otros mercenarios, los célebres 'gurkhas' nepaleses que ayudaron al ejército británico por una poderosa razón: dinero. Un mercenario proveniente de un ejército con prestigio -ya sea el estadounidense, el británico, el francés o el sudafricano- llega a ganar entre 8.000 y 16.000 dólares al mes en Irak, según un responsable de una empresa privada de seguridad. Los 'gurkhas' cobraban unos 3.000 dólares mensuales y los peruanos mucho menos. Uno de ellos afirma que 1.000 dólares por mes, mientras que otro dice que son "40 dólares diarios". "En todo caso es dinero. Por eso estamos ahí, eso es seguro", reconoce sin rodeos el ex militar peruano al confesar, pese a que es "un secreto" que no fue contratado directamente por Triple Canopy, sino por un emisario de la empresa. Otras compañías privadas de seguridad dan trabajo a colombianos, mexicanos o panameños. "Los colombianos tienen una buena formación y experiencia y son menos caros", explica un especialista del sector. Ex soldados, de entre 25 y 40 años, los mercenarios sudamericanos proceden en su mayor parte de zonas rurales
pobres. Casi todos tienen sangre india y algunos incluso no hablan inglés. Pasan en Irak un año y después tienen seis meses de "permiso" en sus casas. Parapetados por bloques de cemento, los peruanos no parecen estar muy expuestos al peligro. En su mayoría nunca han salido de la Zona Verde y sienten curiosidad por saber "cómo es la zona roja", es decir, el resto de Irak. Su primer 'enemigo' es el calor. "Es duro, hace mucho más calor que en Perú", dice uno de los parapetados con la cara llena de sudor, mientras hace guardia a pleno sol. Cuando se para un vehículo a la entrada de un edificio oficial, al sudoroso mercenario le toca trabajar, comprobando los documentos de identidad de todos los pasajeros, mientras detrás se detiene un segundo auto. "Tenemos que ir rápido. Nuestros jefes no quieren que se formen colas", explica. El segundo es el aburrimiento. "No hay nada que hacer. Trabajamos, volvemos al campamento y ya está", se lamenta otro compañero. "Vemos la televisión pero nos gustaría poder salir un poco por las noches", confiesa otro al recordar la gran distracción del último mes: el Mundial de fútbol de Alemania. "¿Es francés?, ¿Qué pasó con Zidane?, ¿Materazzi insultó a su hermana?, ¿eso es todo?", se sorprende un último mercenario peruano en referencia a la expulsión del futbolista francés durante la final ganada por Italia. "Qué pena. ¡Qué jugador! pero, aquí, entre nosotros, la cagó y la cagó feo", sentencia.